LA CULPA

LA CULPA


La culpa: cómo manejarla


La culpa consiste en ira contra uno mismo por un conflicto entre lo que hago y lo que debería hacer. Todos, sin excepción, hemos hecho cosas equivocadas alguna vez en la vida, razón por la cual nos hemos sentido mal.

Lo cierto es que la culpa es uno de los sentimientos más negativos que puede experimentar un ser humano y una de las mejores "herramientas" para manipular a alguien. Recuerda que todo lo que te haga sentir culpable y te provoque miedo es manipulación.

Es muy común que los padres, cuando su hijo se golpea con la silla y se pone a llorar, le peguen a la silla y a la vez expresen: "¡Silla mala!". El mensaje que le están transmitiendo a la criatura es que su dolor vino de afuera: "La culpa fue de la silla que es mala, no tuya". Así es como ese niño crecerá y les echará la culpa a los demás, cuando algo no salga como lo esperaba. Lo correcto sería enseñarle responsabilidad, no culpa: "Si corres, te puedes golpear".

Hoy en día es muy frecuente ver hijos que se sienten culpables por la separación de sus padres. Algunas personas incluso sienten culpa por la muerte de un ser querido, por ejemplo por no haber hecho lo suficiente por él o por ella e incluso ¡por seguir viviendo mientras el otro se fue de este mundo!

No se le puede echar la culpa de nada a nadie porque cada decisión es personal. Un niño no es totalmente responsable; un adolescente es corresponsable; y un adulto ya no debería culpar a los demás, pues la responsabilidad de su vida es toda suya.

Estas son algunas de las manifestaciones de la culpa más comunes:

*Privarse de ciertas cosas que a uno le gustan.
*Obstaculizar el propio crecimiento.
*Autorreprocharse por haber hecho algo o por no haberlo hecho.
*No creerse merecedor de recibir algo bueno.

En la depresión suele haber culpa. La persona tiene un problema e intenta resolverlo. Prueba con distintas soluciones pero no logra nada. Entonces comienza a sentirse triste, preocupado y ansioso.
El tiempo pasa y el problema continúa sin resolverse. Por ese motivo, siente que no hay salida y su angustia y su ansiedad se incrementan. Dichas emociones negativas no le permiten pensar con claridad y la persona termina por bloquearse. Sigue probando las mismas soluciones, sin éxito, y su frustración crece. Finalmente se instala la culpa de un modo inconsciente. "Me merezco lo que me está ocurriendo", es el pensamiento inconsciente que lo mantiene deprimido.

Entonces, ¿cómo deberíamos manejar la culpa?

Si la culpa es real por un error que cometimos, lo más aconsejable sería pedir perdón, lo cual es un acto de grandeza que nos libera de este sentimiento.

1 Juan 1:9 "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad." 

Ser lo suficientemente humildes como para reconocer nuestros errores nos permite cambiar nuestra actitud y avanzar en la vida. Aquel que vive con culpa bloquea su potencial. Creernos merecedores de todo lo bueno que la vida tiene para ofrecernos es un primer paso para salir de la culpa. No somos responsables por las decisiones de otras personas pero sí por las propias, y entender esto es una señal de madurez.

La única manera de manejar la culpa de forma adulta es cuando corregimos la conducta que ocasionó el problema y evitamos así que vuelva a suceder.

La conducta reparatoria no es sancionatoria, el cambio no está en el castigo sino en la nueva conducta. Para reparar una conducta errada, hay básicamente dos maneras: hacer lo opuesto y pedir disculpas. ¡Lo cortés no quita lo valiente.

Santiago 3:2 "Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo".

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