BUENAS OBRAS


AGOSTO 21, 2017

Ricas en Buenas Obras




En una cultura que exalta la comodidad e individualismo, aún hay mujeres ricas en buenas obras, quisiera que pudiéramos clonarlas, pero quizá lo que tenemos que hacer es aprender de ellas, replicar el amor que dan para que otras generaciones también aprendan a amar.

Mi abuela paterna, Epigmenia, sirvió gran parte de su vida a muchas familas siempre atenta. Lo hizo por años, cada día ella preparaba un consejo edificante para cientos de mujeres que caminaban grandes distancias para congregarse. Imagina lo cansado que era y la fe que requería cada día.

Yo por mucho tiempo cocine diario sólo para nosotros que somos una familia de 5 miembros y cada vez que se me ocurre pensar que “es cansado o complicado”, pienso en ella y en cómo Dios suplió cada una de sus necesidades de fuerza y alimento.

Ella falleció y está por fin donde ya no hay hambre, tristeza o dolor, en su funeral fueron expresadas las palabras que compartieron (incluso desconocidas), hermosas historias de cómo ella fue de bendición en sus vidas en tiempos difíciles.

Mi abuela materna, Digna, tuvo un corazón dadivoso y siempre tuvo un hogar de puertas abiertas. Al ser una mujer que trabajo mucho para levantar a sus hijos sola , sabía lo que era la necesidad y el trabajo duro. Tanto dolor no la amargó, sino que la hizo crecer en compasión. Siempre estuvo  dispuesta a hospedar. Recuerdo cómo tendía la mano. Aunque no le sobraban los medios, estuvo siempre dispuesta a compartir de lo que tenia  También nos compartió Palabra de Vida y sus fervorosas oraciones con otros.

Yo podré tener menos años y quizá más fuerza que mis abuelas, pero quisiera mucho más de su actitud, siendo de la generación que valora la independencia y privacidad, necesito pensar e inspirarme en tantas historias y testimonios de ellas, de cómo han sido un rayo de luz, esperanza y fe en la vida de otros.
Mi mamá, Digna, fue una niña de pocos recursos y no se crío con su padre ya que conoció de primera mano las carencias. Ella es conocida por su su arduo trabajo, buenas obras. Desde que tengo memoria, ella ha hecho lo mejor que puede con lo que tiene a la mano.

Te cuento el ejemplo de estas 3 mujeres muy cercanas a mí, pues no me alcanzaría el espacio para nombrarte también a todas las mujeres con las que convivo que están haciendo tesoros en el cielo: mujeres que enseñan, que sirven, que han adoptado huérfanos, que cocinan para otros y visitan hospitales, que dan clases de música y estudios bíblicos en la cárcel, que dan clases gratis a huérfanos, que aman a los ancianos y a los extranjeros, que están de misiones, que ayudan a las viudas, a madres solteras a mujeres y niños maltratados. Cada quien, desde su esfera de influencia, haciendo lo que Dios les ha puesto por delante.

El legado de estas mujeres es como un altavoz divino que me recuerda lo que es importante. Pudiéramos decir: “es que yo me abrumo con todo eso pues no tengo el don de la misericordia, ni el de la compasión, ni el de dar”, pero en realidad eso sería como decir: no tengo amor para dar. Si tenemos la fuente inagotable del amor, todos podemos hacer algo por la viuda, el huérfano, el necesitado. Podemos hacer algo desde nuestra esfera de influencia. Algunas irán, otras cooperarán con las que van, otras aportarán sus recursos o su voluntariado con los que lo hacen de tiempo completo, pero todas podemos hacer algo. Siempre puedes orar, dar, tener compasión e involucrarte de alguna manera con las personas en necesidad.

¿Acaso no nos gustaría escuchar estas palabras cuando el Rey venga?: “En verdad os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a mí lo hicisteis.” Mt. 25:40

Estamos tan conscientes y enfocadas en nuestras propias necesidades, problemas, carencias, antojos, gustos y expectativas que esto nos impide darnos cuenta de la condición de los demás. A mí me falta mucho para ser rica en buenas obras, definitivamente quiero hacer tesoros en el cielo ¿y tú?
Cuéntame por favor de esas mujeres que te rodean que son ricas en buenas obras, me gustaría que todas nos animáramos al escuchar sus testimonios, que aprendiéramos de ellas y también pudiéramos detenernos a orar por sus vidas. 

Puedes considerar el compartirle este artículo a una de ellas y agradecerle cómo te ha inspirado a amar y servir a los demás.
Loida Castro

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